La evolución del desarrollo de un niño la
vamos viendo día a día cuando vivimos cerca de ellos.
Cuando pasa un tiempo considerable, como por
ejemplo un año, y haces balance del desarrollo del niño antes y después de la
terapia, te puedes encontrar con situaciones tan “curiosas” como la que voy a
describir a continuación.
Hace tiempo comencé a trabajar como terapeuta
personal de Pedro, un niño de 7 años de edad.
A Pedro le encantaban los coches y, aunque era
muy escaso en palabras, le gustaba mucho hablar de ellos. Conocía todos los
coches de la gente que le rodeaba, hasta el de la “profe del cole”, y veía
todas las carreras de Formula Uno.
Los niños al igual que los mayores también
tienen días en los que es “mejor no levantarse”, o simplemente “juegos” que
requieren mucho esfuerzo por su parte y deciden no hacerlos.
En esos días es cuando motivaba a Pedro con lo
que más le gustaba: los coches.
-
Pero Pedro, ¿tú no quieres hacerte grande como papá para tener
un coche como él y poder ir donde quieras?
-
¡Si! Respondía Pedro rápidamente.
-
Pues entonces a “jugar” y a esforzarse, le decía yo.
Y Pedro seguía jugando sin rechistar.
El tiempo pasaba y conforme Pedro se
desarrollaba se le iba pidiendo que se esforzara cada vez más, precisamente
para conseguir eso que él quería. Tener coche como papá; que no era otra cosa
que ser como papá.
Así que un día le hice la misma pregunta y
tras unos segundos en silencio, Pedro dijo:
-
No.
-
¿No quieres hacerte mayor para tener tu propio coche? insistí
yo.
-
¡No! Volvió a responder muy serio en tono decidido.
Pedro empezaba a darse cuenta del esfuerzo que
tenía que hacer para ser como papá.
Antes Pedro decía, ¡si! sin pensar y sin ser
consciente pero ahora se da cuenta de que esto de hacerse mayor no le compensa;
que no es lo que pensaba, aunque por supuesto la idea que tiene de lo que es
ser mayor todavía es débil, simple y confusa.
Después de su negativa, yo le insistí.
-
Y cuando pase el tiempo y tú crezcas, ¿Quién te llevará a los
sitios donde te gusta ir?
-
El papa y la mama! Dijo Pedro.
Es precioso vivir
los cambios del desarrollo de Pedro.
Todavía queda
muchísimo trabajo, porque lo que Pedro no sabe es que por “ley de vida” papá y
mamá no van a estar siempre para ayudarle, atenderle y llevarle en coche donde
él quiere como lo hacen ahora.
Así que seguiremos
ilusionándole y dándole motivos para esforzarse y querer ser mayor como papá.
Yolanda Verdú