domingo, 3 de junio de 2012

EL COCHE



La evolución del desarrollo de un niño la vamos viendo día a día cuando vivimos cerca de ellos.

Cuando pasa un tiempo considerable, como por ejemplo un año, y haces balance del desarrollo del niño antes y después de la terapia, te puedes encontrar con situaciones tan “curiosas” como la que voy a describir a continuación.



Hace tiempo comencé a trabajar como terapeuta personal de Pedro, un niño de 7 años de edad.

A Pedro le encantaban los coches y, aunque era muy escaso en palabras, le gustaba mucho hablar de ellos. Conocía todos los coches de la gente que le rodeaba, hasta el de la “profe del cole”, y veía todas las carreras de Formula Uno.



Los niños al igual que los mayores también tienen días en los que es “mejor no levantarse”, o simplemente “juegos” que requieren mucho esfuerzo por su parte y deciden no hacerlos.

En esos días es cuando motivaba a Pedro con lo que más le gustaba: los coches.



-         Pero Pedro, ¿tú no quieres hacerte grande como papá para tener un coche como él y poder ir donde quieras?  



-         ¡Si! Respondía Pedro rápidamente. 



-         Pues entonces a “jugar” y a esforzarse, le decía yo. 






Y Pedro seguía jugando sin rechistar.

El tiempo pasaba y conforme Pedro se desarrollaba se le iba pidiendo que se esforzara cada vez más, precisamente para conseguir eso que él quería. Tener coche como papá; que no era otra cosa que ser como papá.



Así que un día le hice la misma pregunta y tras unos segundos en silencio, Pedro dijo:



-          No.



-         ¿No quieres hacerte mayor para tener tu propio coche? insistí yo.



-         ¡No! Volvió a responder muy serio en tono decidido.



Pedro empezaba a darse cuenta del esfuerzo que tenía que hacer para ser como papá.

Antes Pedro decía, ¡si! sin pensar y sin ser consciente pero ahora se da cuenta de que esto de hacerse mayor no le compensa; que no es lo que pensaba, aunque por supuesto la idea que tiene de lo que es ser mayor todavía es débil, simple y confusa.


Después de su negativa, yo le insistí.



-         Y cuando pase el tiempo y tú crezcas, ¿Quién te llevará a los sitios donde te gusta ir?



-         El papa y la mama! Dijo Pedro.



Es precioso vivir los cambios del desarrollo de Pedro.

Todavía queda muchísimo trabajo, porque lo que Pedro no sabe es que por “ley de vida” papá y mamá no van a estar siempre para ayudarle, atenderle y llevarle en coche donde él quiere como lo hacen ahora.



Así que seguiremos ilusionándole y dándole motivos para esforzarse y querer ser mayor como papá.






Yolanda Verdú